Augusto Monterroso Bonilla, guatemalteco nacido en 1921 vive exiliado en México desde 1944. Incorporado de lleno a la vida cultural de este país, en el que ha realizado toda su obra literaria, en 1975 recibió el premio Xavier Villaurrutia y, en 1988, la condecoración Águila Azteca. Sus libros de narrativa y ensayo le han generado un lugar sobresaliente en la literatura en lengua hispana. En 1993 fue nombrado miembro de la Academia Guatemalteca de la Lengua Española y, en 1966, doctor Honoris Causa por la Universidad de San Carlos de Guatemala, además de miembro de la Orden Miguel Ángel Asturias y Premio Nacional de Literatura 1997, en Guatemala. En ese mismo año recibió el Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo. En 1998 la revista Viceversa eligió La vaca el mejor libro en su género publicado ese año en México. En el 2000 fue galardonado con el Príncipe de Asturias. El jurado, presidido por el presidente de la Real Academia de la Lengua,Víctor García de la Concha, destacó su ''cervantino y melancólico sentido del humor de uno de los autores más singulares de la cultura hispana'' y su ''ejemplar trayectoria como ciudadano, con la dura experiencia del exilio''.
Monterroso nació en Tegucigalpa, Honduras, el 21 de diciembre de 1921.Por línea paterna, descendía de un general guatemalteco, Antonio Monterroso, y Rosalía Lobos. Hombre ilustrado, ese abuelo fue protector de escritores y poetas, entre ellos el colombiano Porfirio Barba Jacob. Por línea materna, sus ascendientes eran el licenciado hondureño César Bonilla y Trinidad Valdés. El licenciado Bonilla fue primo de dos presidentes de Honduras: Policarpo y Manuel Bonilla.
El padre de Augusto Monterroso, Vicente Monterroso, era guatemalteco, y la madre, Amelia Bonilla, hondureña. El padre fundó diversos periódicos y revistas, invirtiendo (y perdiendo) dinero propio y de su esposa, a la vez que por motivos de trabajo vivía, llevando siempre consigo a su familia, entre Tegucigalpa y Guatemala. Entre uno y otro cambio fue transcurriendo la infancia de Augusto Monterroso, y debido en parte a estos traslados –aunque él también lo atribuye a la pereza y al miedo que le causaba la escuela-, no llegó a completar los estudios de primaria.
La familia se estableció en la ciudad de Guatemala en 1936. Al año siguiente, Monterroso empezó a trabajar como administrativo en una carnicería. No tenía más que un día de descanso al año y se sentía explotado. Allí, uno de los jefes, al darse cuenta de su talento, le estimuló a leer autores clásicos. Debió alternar la necesidad de aprender que le ha acompañado toda la vida con los trabajos con que un joven ayuda a ganar el sustento familiar. Por otra parte, fruto de la timidez y de la inseguridad por la falta de estudios formales, Monterroso encontró un refugio en la Bilblioteca Nacional de Guatemala, a la que acudió por las noches durante varios años.
Hacia 1940, Monterroso inició las primeras amistades literarias. Con algunos amigos constituyó lo que en Gautemala se conoce como la Generación del 40. Fundaron la Asociación de Artistas y Escritores Jóvenes de Guatemala, y la revista Acento. En 1941 publicó sus primeros cuentos en el diario guatemalteco El Imparcial y en la revista Acento. También empezaron a organizarse contra la dictadura de Ubico, un trabajo clandestino y peligroso. Finalmente, en 1944, los acontecimientos estallaron en contra de la dictadura. Monterroso participó activamente en las manifestaciones callejeras y firmó un documento histórico, el “Manifiesto de los 311”, en el que se exigía la renuncia de Ubico. Cuando este finalmente cayó, Monterroso y sus amigos fundaron un periódico político, El Espectador, a causa del cual el escritor y un compañero fueron detenidos por el sucesor de Ubico, General Federico Ponce Váidez. Sin embargo, ambos lograron escapar y pedir asilo en la Embajada de México. Concedido el asilo por el embajador, y una vez establecida su calidad de perseguidos políticos, llegaron custodiados hasta la frontera de México. Era septiembre de 1944.
En México, Monterroso trabajó en lo que pudo para subsistir. No obstante, desde los primeros días se las arregló para asistir todas las tardes a la Facultad de Filosofía y Letras de UNAM, donde trabó amistad con escritores mexicanos y de otros países de América Latina.
En 1944 estalló en Guatemala el movimiento que sería conocido como la Revolución de Octubre, encabezado por Jacobo Arbenz Guzmán, Por circunstancias familiares, Monterroso decidió permanecer en México, y poco después, la Junta Revolucionaria de Guatemala lo nombró para un cargo menor en el consulado guatemalteco en México. La que iba a ser breve estancia se convirtió en una permanencia de años.
En estas circunstancias, Monterroso comenzó a publicar cuentos y reseñas bibliográficas en revistas y periódicos mexicanos y guatemaltecos, como consecuencia de lo cual su nombre literario empezó a formarse sin que por esa época pensara en publicar libros.
Nueve años después de la Revolución de Arbenz, en 1953, el mismo gobierno le envió a La Paz, Bolivia, con el cargo de Primer Secretario de la Embajada de Guatemala y Cónsul de su país. Vivió allí un año de intensa actividad en defensa del régimen democrático existente en Guatemala, hasta que éste fue finalmente depuesto por la intervención de los Estados Unidos, en 1954. Monterroso renunció a su cargo y partió al exilio, en Santiago de Chile.
En Chile permaneció dos años. El diario El Siglo publicó por primera vez su cuento «Mr. Taylor», y de esta forma lo descubrió Pablo Neruda, quien le invitó a visitarle en Isla Negra ya colaborar con él en la revista que hacía en ese momento, La Gaceta de Chile. La amistad con Neruda se extendió a otros escritores chilenos de renombre, como José Santos González Vera y Manuel Rojas.
En 1956 Monterroso regresó a México, y allí se incorporó a la Universidad como redactor de la Revista de la Universidad y empleado de la Dirección de Publicaciones. Se vinculó también al Fondo de Cultura Económica como corrector de pruebas y ocasional traductor. Entre las innumerables tareas desempeñadas durante estas últimas tres décadas de vida en México, hay que contar que fue Becario de El Colegio de México para estudios de Filología, entre 1957 y 1960; profesor durante varios años del curso «Cervantes y el Quijote» en los Cursos Temporales de la UNAM; Investigador del Instituto de Investigaciones Filológicas y profesor de literatura de la Facultad de Filosofía y Letras de la misma Universidad; co-director de la colección Nuestros Clásicos de la UNAM; coordinador del Taller de Narrativa del Instituto Nacional de Bellas Artes; profesor de Lengua y Literatura en El Colegio de México; coordinador de Publicaciones del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de México.
Ha viajado en numerosas ocasiones por países de Europa y América Latina, y su obra ha recibido diversos premios y condecoraciones: Nacional de Cuento «Saker ti» en Guatemala, 1952; Magda Donato, en México, 1970; Xavier Villaurrutia, en México, 1975;Juchimán de Plata de la Universidad Juárez de Tabasco, México, 1985.
Monterroso casó en 1953 con Dolores Yáñez, mexicana, de quien tuvo una hija, Marcela; su segundo matrimonio fue con Milena Esguerra, colombiana, en 1962, y de él nació su segunda hija, María; en 1976 contrajo matrimonio con la escritora mexicana Bárbara Jacobs.
Fernando Golvano